No hay nada como el miedo de caminar a ciegas, de no saber a donde vas, a lo mejor ni de donde vienes; no sabes que que es lo que hay ahí o allá, si llegarás pronto a tu destino o si falta mucho. No hay nada como la emoción de hacerlo, de saber cuantas veces te puedes levantar al tropezarte con lo inesperado, de llegar a un lugar que no te imaginaste que existiera, de disfrutar un camino que no conoces. Poco a poco los sentidos se agudizan y paso a paso el rumbo que tomas se vuelve el correcto, aunque no sepas hacia donde es.
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